Aporte para la nueva ley de educación

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La discusión sobre la nueva ley de educación plantea la reflexión y el debate, a continuación, los planteos de la especialista en educación : Lic Elena Farah.

A través de una investigación realizada por mí, me propuse dar cuenta de los alcances de Sistema Escolar de Convivencia que intenta replantear un sistema de enseñanza y aprendizaje a través de la implementación de nuevas políticas institucionales que se producen en la rutina escolar. Es mi aporte para tener en cuenta ante esta instancia de elaboración de la nueva ley educativa. Todos los docentes debemos participar en esta instancia activamente, de una u otra manera, ocupando espacios que nos proponen los coordinadores y políticos. Es de esa manera que podríamos acortar las brechas (¿abismos?) entre lo “me gustaría que fuera la realidad educativa y la realidad misma”, que nos lleva a una constante desilusión y ambivalencia.
           Como sostiene Kathryn Girard: “Una tarea básica de los programas educativos, a todos los niveles, es enseñar a los alumnos a pensar”. Parece peroyativo, pero ¿se preguntó cuanto tiempo le dedican diariamente a pensar Ud. sus hijos o alumnos?  Porque sabemos que la institución escolar actúa como caja de resonancia o reproductora de procesos y fenómenos producidos en el campo más abarcativo de lo social, y la sociedad necesita seres pensantes, más aún a sabiendas de los tiempos complejos que se avecinan. Lo que está en la escuela, primero estuvo en el espacio social donde ella se inserta. Estamos viendo los conflictos emergentes del clima social de violencia, desesperanza, desjerarquización de valores que se observan en la sociedad actual, y que se reproducen en la escuela y se hace necesario que la misma encuentre nuevos o diferentes recursos para afrontarlos. Estos van a brotar de una mente entrenada para pensar, porque la situación de la institución escuela no escapa a esa realidad, y menos aún llevada a los ámbitos de nuestro país. Vemos crecientes porcentajes de desempleo, ampliación de la brecha rico-pobre, numerosas familias en condiciones de máxima pobreza con necesidades básicas insatisfechas y aquellos padres que, por mantener sus lugares de trabajo, deben permanecer largas horas fuera del hogar, quedando de esta forma sus hijos solos o al cuidado de otros hermanos menores, y en cuya educación prima la TV o la calle. Estos entornos pueden desembocar en diversos, variados y novedosos estilos distorsionados de comportamientos.
             Ya la Ley sobre Convivencia Escolar vigente en la ciudad de Buenos Aires, como lo expongo en mi libro “Convivencia y Disciplina, ¿dónde nos hallamos hoy?” enfatizo que no se trata de un “sistema de disciplina”. Al mismo tiempo, en su desarrollo, el contenido de los artículos se desliza claramente desde una referencia general a la “convivencia institucional”, hacia la categorización de las sanciones y los mecanismos de aplicación. En ese marco, y en virtud de las representaciones y las prácticas vigentes, la convivencia solidaria puede asociarse más fácilmente a un modo de administrar los conflictos, a lo reglamentario y al efectivo cumplimiento de las normas, que a su sentido profundo, a los procesos que demanda y a la dinámica que implica su formulación, seguimiento y reformulación.
Debemos de tener en claro que si destacamos solamente la disciplina tendremos alumnos ordenados y prolijos pero con un déficit de formación como personas.
Las propuestas tendrían que intentar legitimar los procesos iniciados autónomamente en algunos casos, y en otros proporcionar elementos a docentes e instituciones para llevar los cambios adecuados a cada cultura y a cada región; en esos casos representaría un aporte profundo y un enriquecimiento en cuanto a las concepciones y las estrategias de las escuelas.
Después haber vivido largo tiempo en las instituciones educativas, es decir después de haber morado dentro de ellas, en la situación de cambio de la ley de educación me sería grato, al visitar posteriormente cada institución educativa como capacitadora o evaluadora desde una visión externa, tener una vivencia placentera similar a la que se siente cuando se va un día de fiesta al lugar tan ansiado en la semana.

Lic. Elena M. T. Farah
elenafarah78@hotmail.com                                                                            Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Egresada de Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)

30/06/06

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