A los 92 años, mantiene la pasión por coleccionar y restaurar los clásicos Ford T

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Roberto Valentinuzzi tiene 92 años y desde hace tres décadas mantiene vigente su pasión por coleccionar y restaurar los clásicos Ford T. En medio de la caravana que celebra los 90 años de la fabricación del Ford T número 100 mil, el productor rural riocuartense recorrió las calles de la ciudad con uno de sus cinco vehículos.
Según relató a Telediario, actualmente continúa la restauración de otras 3 unidades, entre las que se encuentra un vehículo de 1914, uno de los primeros en el país.

El 12 de agosto de 1908, la fábrica de la Ford Motor Company de la ciudad norteamericana de Detroit, fundada cinco años antes por el industrial Henry Ford, puso a la venta el primer modelo Ford T, un vehículo de dos plazas destinado al gran público. Ford aspiraba, con el Lizzie (nombre con el que pronto iba a ser conocido), a que el automóvil dejase de ser un patrimonio exclusivo de las clases acomodadas y se convirtiese en un objeto de consumo generalizado. De ahí que el nuevo modelo esté concebido para las masas y que todo en él sea práctico y simple. De sobrio diseño y bajo coste (850 dólares), el Ford T permitía una fácil conducción en comparación con otros vehículos de su época. Dotado de un motor de cuatro cilindros, el Lizzie era un vehículo de limitada potencia y velocidad media, pero estaba pensado para gozar de una larga vida de funcionamiento.
La fabricación de un automóvil a tan bajo precio y para un mercado amplio se vio posibilitada, únicamente, por la puesta en marcha de un método de montaje en cadena que permitía optimizar tiempo y recursos. Gracias a la introducción de este innovador método, el precio del Ford T pasó de los 850 dólares iniciales a los 265 en 1922, al tiempo que la construcción en serie disparó la producción (75.000 coches al año en 1912).
El proceso, basado en el principio de la cadena de montaje, comenzaba por la estandarización de todas y cada una de las piezas que componen un automóvil. Una vez fabricadas, las piezas convergen ordenadamente sobre una cinta transportadora, que lleva el producto de obrero en obrero, cada uno de los cuales cumple una función específica durante el reducido tiempo en que el objeto se encuentra ante él. Se pudieron así ensamblar más de un centenar de unidades diarias. Ford optó igualmente por el pago de elevados salarios a sus trabajadores, lo que permitió que se conviertan en una clientela que compraba masivamente el Ford T. En un intento de democratizar y extender aún más el automóvil, Ford creó posteriormente una tupida red de concesionarios, estableciendo un sistema de venta a crédito a muy largo plazo con el objeto último de fomentar el consumo.
Gracias a las mejoras conseguidas con todos estos métodos, la industria automovilística con sede en Detroit se convirtió en la principal del país. Consumidora destacada de todo tipo de productos, como el vidrio, el caucho o el acero, la Ford Motor Company favoreció el desarrollo de otros sectores industriales. La demanda creciente de gasolina estimuló el desarrollo de la industria petrolífera, y el aluvión de vehículos que inundaban los Estados Unidos propició la construcción de una amplia red de carreteras.

Historia del Ford T: Fuente «Biografías y Vidas»

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