«Lomas y a la bolsa»

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«Las rutas no son avenidas, aunque se compartan fuera de la ley. Los pueblos crecieron abrazados como un prendedor a la solapa del traje que les resultaba a medida…»

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Opinión

El problema es que pasan por el centro del los pueblos, los dividen en dos como a una manzana. Deciden el norte y el sur, el este ó el oeste. Son la línea divisioria y el punto de atracción. Los vecinos las rodean por su valor comercial y se quejan en cada esquina por su lastre vial. Son la razón y la contradicción de un debate donde los buenos y malos se reparten las mismas fichas del casino.
Las rutas no son avenidas, aunque se compartan fuera de la ley. Los pueblos crecieron abrazados como un prendedor a la solapa del traje que les resultaba a medida. Con el problema instalado, proliferaron las lomadas de burro y semáforos como riesgoso paliativo. Están prohibidos por normativa vigente, pero avalados por la ausencia constante. Vialidad Nacional es ciega, sorda y muda ante la decisión de intendentes y vecinos que ven la realidad más allá de los planos de oficina.
Como ocurrió en Holmberg, las lomadas desaparecen ante cada repavimentación y vuelven a emerger por la convocatoria inoportuna de la muerte. A pico y pala, los vecinos asumieron la ausencia de otros. La burocracia estatal decide las normas y el silencio, delegando responsabilidades penales en los pueblos que sufren los cortes y las víctimas.
Los manifestantes pidieron obras y controles. Justo en Holmberg, donde confluyen un puesto de Gendarmería y un parador de la Caminera, custodiados por un batallón del Ejército. Sobran uniformes y falta sentido común. Los operativos que escasean sobre la localidad abundaron sobre un parador policial en salida de curva y contracurva que derivó en el mal peor.
Otras localidades no cuentan con agentes nacionales y provinciales dispuestos a medir fuerzas en los procedimientos viales y sus moradores recurren a la ley de la calle: meta lomo y a la bolsa. Por la ruta 158, desde Río Cuarto a Villa María, por la ruta 8, entre Sampacho y Holmberg, ó en la 36, desde una capital a otra, la variable es la misma. Las contradicciones entre las arterias urbanas y las rutas conviven en tensión constante. Las urbes definen sus propias normas aún en contradicción con la legislación vigente sin más reparos que el olvido. A diferencia de lo que ocurre con la autovía a Córdoba, donde se pensaron by pass que eluden los ejidos urbanos, las rutas 158, 8 y A005 se resolvieron sobre sus mismas trazas. La saludable repavimentación no contempló esquivar la conflictividad del paso por el centro de los pueblos y se ratificaron como paseos de riesgo.
Y Vialidad es una oficina. Y los vecinos hacen sus lomadas. Y los intendentes se convierten en sheriffs. Y las rutas no son avenidas, pero siguen allí, como líneas unificadoras de la ley y la trampa.

Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
En Facebook: Pablo Callejón
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