Dolor pelviano crónico

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Los médicos aseguran que son muchas las mujeres que padecen de este dolor, pero sostienen que ellas lo minimizan porque lo asocian al dolor menstrual, lo que lleva a demorar su diagnóstico y tratamiento.
Matilde Quaranta, jefa del servicio de Ginecología de la Clínica y Maternidad del Sol, explica que se trata de un dolor que se ubica en la pelvis, entre ambas caderas, y que es una patología frecuente en la población femenina, sobre todo en el periodo fértil de su vida. La especialista agrega que entre el 10 y el 40 por ciento de las consultas ginecológicas se deben a dolor pelviano crónico.
Por su parte, Laura Barrientos, especialista en Tocoginecología y miembro del equipo médico del Hospital Misericordia y la Clínica Privada Vélez Sarsfield, indica que el dolor pelviano crónico es la sintomatología de una enfermedad causante, y para que sea diagnosticada como tal, debe tener una duración igual o mayor a seis meses. “Puede provocar discapacidad funcional y requerir atención médica. No necesita estar presente todos los días para ser considerado crónico y no se asocia exclusivamente con el ciclo menstrual. La edad más frecuente de consulta médica es entre los 14 y los 20 años”, agrega.
En tanto, Marcela Zitta, ginecóloga del Sanatorio de la Cañada y la Asociación Gremial de Empleados del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, manifiesta que aunque no hay estadísticas exactas, existen estudios que indican una prevalencia del 12 por ciento y una incidencia durante la vida de un 33 por ciento a nivel mundial. En tanto, entre el 15 al 20 por ciento de las mujeres de 18 a 50 años lo ha sufrido por más de un año.
“El dolor pelviano crónico puede interferir en el trabajo, las relaciones sexuales, la vida familiar, la actividad física y el sueño; y puede afectar la salud física y mental de la mujer”, sostiene Zitta. “Si esto ocurre y el dolor se prolonga por un período igual o mayor a seis meses, debe considerarse la consulta oportuna a un especialista”, agrega la profesional.

Dos tipos de causas
Según Quaranta, las causas del dolor pelviano crónico pueden ser de lo más variadas, por eso considera importante dividirlas entre aquellas de origen ginecológicos, y las de orden extraginecológico.
En el primer grupo se encuentra, por ejemplo, el síndrome de tensión premenstrual, caracterizado por disturbios somáticos, afectivos y de conducta en el premenstruo, que se resuelven al acercarse el inicio de la misma. “Entre el 30 y el 90 por ciento de las mujeres presenta síntomas leves; el 20 al 30 por ciento síntomas moderados a severos que alteran su forma de vida; y 2 al 10 por ciento síntomas severos francamente invalidantes”, explica Quaranta, y agrega que cada mujer debe ser evaluada individualmente y tratada dentro de su contexto de vida y su historia clínica.
Otra causa ginecológica ubicada entre las más frecuentes es la dismenorrea, es decir el dolor menstrual espasmódico y cíclico durante los primeros días de la menstruación, que puede acompañarse de cefaleas, náuseas, vómitos, diarreas, tenesmo vesical y rectal, lipotimia y cambios emocionales.
Entre las causas ginecológicas también se encuentran la dispareunia profunda (dolor durante el coito) y la endometriosis, que es la aparición y crecimiento de tejido endometrial fuera del útero, sobre todo en la cavidad pélvica, como en los ovarios, detrás del útero, en los ligamentos uterinos, en la vejiga urinaria o en el intestino. A ellas se suman la enfermedad inflamatoria pelviana, miomatosis uterina, varicocele pelviano (várices), dispositivo intrauterino, malformaciones mullerianas, estenosis cervical, entre otras.
Con respecto a las causas extraginecológicas, que pueden ocasionar dolor o propagarlo hacia el hipogastrio y confundirse con un cuadro ginecológico, pueden deberse a problemas del aparato digestivo, de las vías urinarias, trastornos óseos, y, por supuesto, causas de orden psicológico.
En cuanto a las causas gastrointestinales, se encuentran la proctorragia (hemorragia por el ano), disquecia rectal (evacuación dolorosa), tenesmo rectal (sensación de tener necesidad de defecar), apendicitis, colon irritable, tiflitis, diverticulitis, enfermedad de Crohn y hasta el cáncer de colon.
En lo que tienen que ver con la urología, el dolor pelviano crónico puede ser ocasionado por cistitis intersticial, ptosis renal y pielonefritis. Y en cuanto a lo ortopédico, el origen puede ser la hiperlordosis, espondiloartrosis, escoliosis o cifosis.
Quaranta aclaró que es muy importante tener en cuenta las causas psicológicas, ya que afectan al 50 por ciento de las mujeres con dolor pelviano crónico. “Es importante considerar que la actitud de cada mujer frente a la menstruación depende de su historia personal, familiar y su contexto sociocultural. La menstruación es un símbolo de la feminidad que puede ostentarse con orgullo o ser motivo de disgusto o dolor”, sostiene.

Tratable
Barrientos explica que el momento de hacer una consulta es cuando el dolor no cede con analgésicos comunes o cuando se torna discapacitante y limita la actividad normal de la mujer que lo sufre. “Lo importante, y que siempre hay que tener en cuenta, es que las mujeres no se deben acostumbrar a convivir con el dolor, porque siempre hay un tratamiento acorde a cada una”, señala al respecto. “El tratamiento no es sencillo, y cada médico debe saber diferenciar si hay mayor componente orgánico, simpático o psicológico”, completa.
Por su parte, Zitta asevera que un buen interrogatorio y examen clínico pueden ayudar a dilucidar la causa de esta afección. “Muchas veces la realización de una ecografía transvaginal ayuda al diagnóstico de patología ginecológica”, explica la ginecóloga.
Quaranta coincide con ella, y apunta que el interrogatorio debe incluir preguntas sobre las características del dolor, es decir su localización, tipo, intensidad, duración, momento de aparición según el ciclo, vinculación con la menarca (primera menstruación) y respuesta ante la medicación. También se consulta a la paciente sobre la presencia de síntomas neurovegetativos, como cefaleas, vómitos o diarreas; antecedentes familiares de dismenorrea; y antecedentes toco ginecológicos, como la presencia de infecciones recientes o lejanas, cirugías, abortos, entre otras.
El diagnóstico también contempla un examen físico general, uno ginecológico y otros complementarios.
El tratamiento es farmacológico. Se realiza con analgésicos, antiespasmódicos, ansiolíticos, antidepresivos, Aines, COX – selectivos, anticonceptivos, vitaminoterapia o antibióticos. Pero también se les recomienda a las mujeres la psicoterapia, así como una buena alimentación y actividad física. En caso de ser necesario, también la reducción o directamente la eliminación de ingesta de tóxicos, como el alcohol y el tabaco.
Zitta agrega que en caso de que no haya respuesta al tratamiento, pueden emplearse anticonceptivos orales combinados o progestágenos y, ante falta de un buen resultado, se sugiere la realización de una videolaparoscopia.
“El enfoque muchas veces es interdisciplinario para poder brindar un nivel de vida saludable a cada paciente”, agrega Barrientos.

Fuente La Voz del Interior

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