Cardiopatías congénitas

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Por año nacen en la Argentina más de 65 mil niños con afecciones del corazón. Requieren reiterados controles médicos y tratamiento a lo largo de la vida.
Las cardiopatías congénitas del adulto se convierten cada vez más en tratables mediante procedimientos por cateterismo (mínimamente invasivos), lo que, según el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (Caci), hace fundamental el desarrollo de profesionales especializados en estas técnicas y de centros con la aparatología necesaria para realizarlas.
Las cardiopatías congénitas son las malformaciones más frecuentes en el nacimiento: entre ocho y 10 de cada mil niños nacen con una malformación del corazón o de las arterias (grandes vasos), y al menos 6 de cada mil tienen una cardiopatía moderada o grave. Gracias a la detección temprana y a los avances producidos en el área, creció la sobrevida en estos niños, que al llegar a la edad adulta suelen requerir nuevos tratamientos. La elección de cateterismo reduce su riesgo y mejora su pronóstico.
Según José Luis Alonso, cardiólogo intervencionista miembro del Caci, “hasta hace poco, sólo el 50 por ciento alcanzaba la edad adulta”. El progreso de la cirugía cardiovascular, y “el desarrollo del cateterismo intervencionista, mejoraron aún más esta sobrevida, con un impacto importante en la década de 1980”, subrayó el médico.
De acuerdo con la British Cardiac Society Working Party, en la actualidad un 85 por ciento de los niños intervenidos de cardiopatía congénita alcanzan la edad adulta y, si bien no existen datos específicos en Argentina, las estimaciones señalan que cada año se suman más de 57.000 personas con cardiopatía congénita que llegarán a la edad adulta. “Muchos de ellos requerirán control médico especializado, cirugía, cateterismo (hemodinamia) y diversos estudios diagnósticos. De los mismos, alrededor del 50 por ciento serán de complejidad simple; 28 por ciento, de complejidad moderada, y 22 por ciento de complejidad alta”, advirtió Alonso.
Por su parte, su colega Germán Henestrosa detalló: “Un niño con cardiopatía congénita es muy probable que arrastre esa condición a la edad adulta, no en todos pero en muchos casos”. Y agregó que es en esa etapa de la vida cuando la gran mayoría de esas patologías pueden o deben ser corregidas o tratadas en forma paliativa o definitiva por medio del intervencionismo.
Henestrosa destacó que “la ventaja es, como siempre, la posibilidad de brindar una alternativa terapéutica con una intervención mínima”.
La detección es cada vez más precoz, inclusive en etapa de vida intrauterina. Estudios como la ecocardiografía fetal, el ecocardiograma tridimensional, así como la tomografía multicorte y la resonancia magnética nuclear, han permitido dar precocidad, sensibilidad y especificidad en el diagnóstico. No obstante, “un pequeño porcentaje puede pasar inadvertido hasta la vida adulta”, afirmó Alonso.

Las más frecuentes
Alejandro Peirone, médico especialista en cardioangiología intervencionista y miembro del Caci, explicó que “las cardiopatías congénitas del adulto más frecuentes son los defectos interauriculares y la coartación de aorta”. Precisó que la mayor incidencia de este tipo de cardiopatías se debe a que son las que con mayor frecuencia pasan inadvertidas o no diagnosticadas en la niñez, como consecuencia de su poca sintomatología clínica.
“Es frecuente el tratamiento de lesiones residuales luego de cirugías cardíacas en edades tempranas de la vida”, reveló Peirone. Mencionó, por caso, a la insuficiencia de la válvula pulmonar luego de la corrección de pacientes con tetralogía de Fallot, una patología frecuente que generalmente se evidencia por un colorido azulado de labios y extremidades post nacimiento. “En estos casos –dijo– la insuficiencia se resuelve mediante la colocación de una válvula cardíaca por cateterismo. Pueden colocarse stents o mallas metálicas en ramas de arterias pulmonares en estas patologías”.
Añadió que es muy importante resaltar que el tratamiento de estos pacientes por cateterismo intervencionista disminuye el riesgo significativamente, ya que se evita la intervención por sitios donde se han realizado cirugías previas con un menor índice de morbimortalidad. “En general, tienen un pronóstico satisfactorio, con resultados excelentes a corto, mediano y largo plazo, y el paciente puede desarrollar una vida normal con los cuidados requeridos, según el nivel de complejidad en cada caso y los cofactores de morbilidad de cada uno”, concluyó.

Fuente Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas

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