Boom editorial en la provincia de Córdoba

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El mercado editorial cordobés creció significativamente durante la última década. Por qué son cada vez más los escritores locales que deciden autogestionar sus propios sellos editoriales.

Por Gerónimo Mariño

Desde los últimos diez años, Córdoba viene consolidándose como la segunda alternativa editorial del país, después de Buenos Aires. Según datos estimativos proporcionados por agentes literarios, existen en la provincia alrededor de 50 editoriales, las cuales apuestan por autores y pensadores de la región casi de manera exclusiva.

Ante la consulta de Telediario Digital, Alejo Carbonell -fundador de “Caballo Negro Editora”- reconoce esta proliferación de proyectos editoriales en la actualidad. “Hasta hace diez años, no había más de siete u ocho editoriales tradicionales en toda la provincia. Vos mirabas las vidrieras de las librerías locales y la mayoría eran libros nacionales e internacionales (…) En cambio, a partir del 2004 empezó como a haber un auge. Es impresionante cómo creció la movida desde ese año”.

Del mismo modo, Tamara Sternberg -directora de “El Emporio Ediciones”-, plantea que el mercado editorial cordobés se encuentra atravesando un período de apogeo en relación a décadas anteriores. La editora respalda su argumento afirmando que gran parte de los libros vendidos hoy por hoy, corresponden a autores locales -superando, incluso, a escritores legitimados en el plano nacional como internacional-. “A diferencia de lo que pasa en otros lugares, el lector cordobés es muy orgulloso de lo suyo y está consumiendo mucho lo de Córdoba”, admite.

Así, frente a las exigencias de una mercado nacional que suele no contemplar la producción literaria de la región -y como vía alternativa ante el incremento de los costos que significa publicar en las grandes editoriales de Buenos Aires y el extranjero-, los autores cordobeses optan por asociarse y autogestionar sus emprendimientos de pequeño y mediano formato. “Los mismos escritores son quienes toman las armas. Se cansaron de que les digan que no o tener que pagar cifras exorbitantes para publicar. Al sentir que está bueno lo que hacen, se animan ellos mismos a largarse”, asiente Carbonell.

Escasa profesionalización del sector: el principal obstáculo

Hace diez años atrás, no existía en la provincia una industria editorial propiamente dicha. Según Carbonell, durante mucho tiempo predominó una lógica de producción “artesanal y casera”, que apostaba por la publicación de “libros-objeto”. Es decir, ejemplares que eran muy estéticos en cuanto a su diseño, pero contaban con una tirada muy escasa y esporádica.

Más allá de que en la actualidad la situación es completamente diferente, el nivel de profesionalización al interior de cada sello editorial aun es incipiente -por lo menos, en la gran mayoría-. De acuerdo a la licenciada Milagros Ortiz, quien realizó una investigación en torno al sector, dentro de este tipo de emprendimientos predomina una dinámica de trabajo informal evidenciándose cierto grado de precariedad institucional. “Las pequeñas estructuras de recursos humanos que poseen no les permiten profesionalizar la actividad y lograr desarrollos cualitativos y cuantitativos en la colocación de sus catálogos a través de un sistema de distribución en la ciudad, el interior provincial y a nivel nacional”.

Cuando la licenciada hace alusión al trabajo informal, se refiere no sólo a las condiciones de empleo en negro o con¬trataciones temporales o ad honorem, sino que también incluye aquellos casos de editoriales que no se encuen¬tran registradas ni tributan en ninguna agencia estatal. Esto último dificulta relevar con exactitud cuántos emprendimientos editoriales hay en la región y cuáles son las actividades que desarrolla cada uno.

En cuanto a “las pequeñas estructuras de recursos humanos”, Ortiz da cuenta de una escasa delimitación de roles y funciones al interior de cada sello, en donde no trabajan más de diez personas por proyecto. En tal sentido, los agentes involucrados deben encargarse de labores que por ahí no están a su alcance o no son de su competencia -tales como, gestión de prensa, contacto con las librerías, contratos con los autores, impresión y distribución de ejemplares, armado de ferias y presentaciones de libros, etcétera-.

Ante este panorama, Carbonell manifiesta que, junto a otros editores de la provincia, decidieron lanzar la “Feria de las Editoriales de Córdoba”, a fin de generar una instancia de intercambio y aprendizaje entre las propias editoriales. “Lo que falta acá es la discusión sobre el oficio. Hay muchos que editan mal y le escapan a todas las cuestiones formales. La idea de la Feria es justamente brindar a los otros la posibilidad de ir aprendiendo el oficio. Y vos aprendés de todos también (…) Al haber una escasa profesionalización, tenemos que ir educando nosotros, entre nosotros. Nadie la tiene clara en todo, siempre se nos escapan cosas”.

Tamara Sternberg, en tanto, si bien valida estos espacios de encuentro como de discusión sobre el quehacer editorial, asegura que todavía resta mucho por hacer. “Uno de los puntos básicos para profesionalizar el sector es el armado de un catálogo con las editoriales de la ciudad, que reúna todas las novedades que salen por año (…) En Buenos Aires se hace y es un lujo tener algo así”.

 

Trabajo en red y programación de ferias

 

Más allá de la baja formalidad organizativa que se evidencia al interior de cada editorial autogestionada, debemos reconocer sus instancias de carácter colectivo. Así, es habitual que a lo largo del año se reúnan, con el objeto de organizar de manera conjunta ferias, festivales, presentaciones, ciclos de lectura y talleres, tales como la ya mencionada “Feria de las Editoriales Cordobesas”, el “Festival Internacional de Poesía”, el “Festival Internacional de Literatura”, la “Feria Libros Son” y la “Feria de Libros Nuevos, Usados e Independientes”, entre otros.

Según Carbonell -quien es organizador de varias de ellas-, este tipo de iniciativas se diferencian de la tradicional “Feria del Libro” por tratarse de “encuentros” entre las mismas editoriales y no de “stands” destinados pura y exclusivamente a la venta de libros.

“Nuestras iniciativas presentan una lógica totalmente distinta a la `Feria del Libro´ (…) Básicamente, lo que hay adentro de la `Feria del Libro´ son librerías, que ofrecen los mismos libros que tienen a dos cuadras de ahí. No hay una propuesta seria para con las editoriales. En cambio, las ferias que organizamos nosotros son más bien un encuentro entre nosotros, los editores. Vos vas y podés mirar los libros que hace el otro, le preguntás por el papel que está usando, dónde está imprimiendo, qué tipografía usa, si hace contrato. También hay mesas de especialistas conversando sobre cómo pensaron tal libro, contando su experiencia, etcétera” (Carbonell).

 Géneros literarios más consumidos en la provincia

De acuerdo a Sternberg -quien además de ser editora, es propietaria de la histórica librería céntrica, “El Emporio”-, el género literario que prima en Córdoba es la novela histórica. “Es la vedette de todos los libros. Ha pegado muy fuerte en estos años. Hay muy buenas novelistas cordobesas y cuando un libro pega bien en Córdoba, es porque va a pegar bien en todo el país. Pasó con Reyna Carranza, Viviana Rivero, Graciela Ramos, Fernanda Pérez, entre otras”.

Por detrás de la novela histórica, se ubican los ensayos políticos y periodísticos; las novelas tradicionales; los cuentos; y por último la poesía. Asimismo, la editora reconoce que el autoayuda encabeza el ranking de ventas desde las últimas décadas -superando a la novela histórica-, más allá de que no lo considere como un género literario.

Con respecto al tipo de consumidores que compran libros en Córdoba, Sternberg asegura que mientras “un 70% son mujeres, el 30% restante son hombres”. No obstante, sostiene que se trata de un fenómeno que ocurre en todo el país y no sólo en la provincia.

A pesar de las dificultades mencionadas, esta nueva generación de editores mantiene sus proyectos en el tiempo a través de una profesionalización progresiva. Si bien ingresar a la industria nacional e internacional es una ambición de la que reniegan, la calidad y coherencia de sus obras prima por sobre las condiciones generales del mercado. “Tratamos de construir autores, no de instalar. Instalar es propaganda y ese camino no nos interesa”, concluye convincente Carbonell.

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