Nuevas y más cercanas esperanzas en torno a esta patología. Este domingo se conmemora el día mundial del alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Alzheimer con el objeto de dar a conocer la enfermedad y difundir información sobre ella.
El mal de Alzheimer es un desorden progresivo, degenerativo e irreversible del cerebro que causa el debilitamiento, la desorientación y una eventual muerte intelectual.
Hasta hace unos años, la sala de espera de una clínica especializada en alzheimer estaba nutrida fundamentalmente por personas que sobrepasaban los 70 años. Actualmente, ese escenario cambió rotundamente. Más de un tercio de los pacientes ronda la quinta década de la vida.
Son tiempos en los cuales las luces del horizonte no parecen tan lejanas. Personalmente, como médico dedicado al alzheimer desde hace 25 años, no creía que viviría en mi vida profesional estos avances. Es como estar en un set de una película de ciencia ficción. Mis colegas y yo sentimos el entusiasmo que habrá experimentado Leonardo Da Vinci con sus exploraciones anatómicas. Estamos viendo al cerebro in vivo. Algo único. Soñado.
Son tiempos para tener esperanza y no dejarse vencer por esta enfermedad, cuyos orígenes aún se esconden entre genes y ambiente. Nuevas formas de diagnóstico, sumadas a tratamientos bajo investigación, son indicios de esperanza. Ya no es en un mundo lejano (en Europa, Estados Unidos o aún en el faro eterno para el interior de la Argentina que es Buenos Aires), sino en nuestra Córdoba, en la cual estamos haciendo camino al andar, batallando una de las consecuencias antropológicas y discutibles del fabuloso logro de la medicina de los últimos 50 años que ha hecho vivir más al ser humano.
Fuente Instituto Privado Kremer
Horacio Vivir Mejor