Federico, hermano de Nicolás, habló con Telediario horas antes de los alegatos. Su papá confió en que habrá Justicia, aunque destacó: «Necesitamos encontrar los restos de mi hijo».
6 años debieron transcurrir para que la familia Sabena pudiera sentirse más cerca de la sentencia aliviadora de Justicia. A horas de los alegatos, Federico habló por primera vez sobre la desaparición de su hermano y destacó que esperan un fallo contundente «para volver a vivir».
En la Cámara del Crimen, el fiscal y los abogados de las partes darán a conocer este martes los alegatos que comenzarán a definir la suerte judicial de los integrantes de la familia Vargas, imputados por el secuestro y desaparición de Nicolás Sabena.
«Espero que esto se termine una vez por todas, empezar a vivir de nuevo… tener una vida normal. Esto me agarró a los 16 años, en plena adolescencia. Me tocó crecer con esto, con la incertidumbre de no saber si mi hermano iba a volver, esperar un llamado, algún mensaje…. gente que dice que lo ve y es mentira», relató.
Federico señaló que su mamá ha encabezado la lucha pública, aunque sostuvo que «desde el taller, estamos sufriendo desde otro lado y la vivimos para adentro».
«En la pieza dormía con mi hermano. Cuando volví del viaje de egresados, para relajarme un poco, mi mamá sacó la otra cama. Fue un golpe terrible. Saber que la cama estaba ahí esperando que mi hermano volviera, pero no supe nada más de él», enfatizó.
El joven afirmó que «si la impunidad sigue no habrá duelo para la familia».
«Siento que en este tiempo perdí a mi mamá. Ella se tuvo que abocar a esto y no tanto a nosotros. Tenía que viajar a cualquier lado, ver gente que solo conocíamos por la tele, vivir tan de cerca todo esto», subrayó.
Por su parte, Miguel, el padre de Nicolás, consideró que «hay mucha fe en esta nueva instancia por el abogado que nos tocó y los jueces del Tribunal».
«Al otro juez, Piovano, no le tenía nada de confianza. Firmó la libertad de ellos y se disparó», resaltó.
Sabena destacó el trabajo de Rosa, su esposa, quien se convirtió en un símbolo de la lucha contra la impunidad. «La conozco desde que tenía 17 años, sé la fuerza que tiene. Se queda casi todas las noches hasta las 4 ó 5 de la mañana estudiando, luchando, peleando… enferma de los nervios, sin dormir. Lamentablemente tuvimos todo en contra: la polícia y algún fiscal», aseveró.
De todos modos, advirtió que la pelea judicial no concluirá con este proceso: «queremos encontrar los restos de mi hijo».