En Japón el drama del Tsunami se vive sin saqueos, incidentes ni protestas

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«Los japoneses somos buenas ovejas: son calmadas, se mueven juntas, comen juntas, piensan lo mismo y no actúan como tigres en junglas», describió un funcionario del gobierno nipón. En Haití y Chile, los sismos fueron seguidos de robos y desesperación.



Los habitantes de la isla, afectada por un terremoto de 9 grados, dejaron a un lado la experiencia latinoamericana de robos, saqueos y desesperación, y decidieron organizarse con calma y precaución para lograr un mejor rendimiento ante la catástrofe.
«Los japoneses somos buenas ovejas: son calmadas, se mueven juntas, comen juntas, piensan lo mismo y no actúan como tigres en junglas»; así tildó el diplomático japonés Yasuhisa Suzuki a sus connacionales.
Mientras que Chile y Haití recibieron sus respectivos terremotos con gritos de desesperación, robos, saqueos e inseguridad, los asiáticos eligieron mantenerse en eje, clarificar las ideas e imponer el orden al caos.
Tanto familiares como amigos y desconocidos afrontan las muertes y las desapariciones con tranquilidad y piensan en cómo salir de esta complicada situación a causa de los destrozos provocados por el tsunami que todo lo invadió.
Japón lidia con la tragedia alejada de las peleas a muerte por un trozo de comida; el compañerismo, la solidaridad y la entereza reinan en un país que ya vivió una catástrofe brutal cerca del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando dos bombas atómicas cayeron en sus tierras.
Las islas de Japón son por historia y geografía distintas al común denominador. La falta de fronteras, las invasiones desde todos los frentes, los ataques con bombas y las grandes catástrofes naturales como el terremoto de 1923 en Tokio que dejó 142.800 muertos los adoctrinaron y convencieron de que la manera de solucionar los inconvenientes nacionales se apoya en el trabajo en equipo, de acuerdo a la publicación colombiana Semanario.com.
El consejero japonés Suzuki explica el porqué de este civilismo: «La sociedad castiga muy duro a los que quieren aprovecharse de este tipo de tragedias. Reciben castigos muy fuertes y la comunidad no perdona».
El pueblo japonés además es solidario y paciente. Cuando cocinan, lo hacen para la mayor cantidad de gente; si hay una casa llena de escombros, todos ayudan a limpiarle sin propiedad en juego; si deben hacer colas a la espera de víveres, no pierden la paciencia; y saben bien que son parte activa de la economía, por lo que entienden que si ellos se recuperan, también lo hará el país.

Fuente: EFE

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